POR ESTOS días, mucho se ha hablado de lo favorable o necesario que es o no que existan organizaciones estudiantiles al interior de las instituciones de educación superior, aunque no siempre se ha opinado contando con información fidedigna y fehaciente.
Las instituciones de educación superior de Iglesia que tenemos como fin principal no sólo educar profesionales, sino formar personas, privilegiamos por sobre todo el desarrollo íntegro de nuestros estudiantes y reconocemos como un deber el proveerlos de manera responsable de todas las herramientas necesarias para que esto se cumpla.
En su carta apostólica Ex Corde Ecclesiae, el Papa Juan Pablo II nos recuerda que nuestro deber es "ser un instrumento cada vez más eficaz de progreso cultural tanto para las personas como para la sociedad", y es desde ese manifiesto que para todos los que trabajamos en instituciones de educación superior, el alumno y sus necesidades deben estar siempre en el centro.
La sana convivencia entre las personas exige que éstas se agrupen de distintas formas para alcanzar su pleno desarrollo; el que para ser completo, requiere ser integral y abarcar todas las dimensiones del ser humano, además de permitirles una gestión responsable de sus talentos y velar siempre porque los intereses de todos aquellos que conforman una organización estén representados. En este sentido, la participación de los jóvenes en organizaciones estudiantiles, autónomas, representativas y responsables es de por sí una experiencia formativa muy enriquecedora y que todas las instituciones de educación superior debieran fomentar entre sus estudiantes, no olvidando que el rol fundamental que éste debe cumplir es el de acompañarlos y guiarlos en el proceso, teniendo siempre como misión primera garantizar el diálogo.
Un diálogo que sea abierto, consistente y coherente con lo que se practica. Las partes deben conversar y generar un debate que permita encontrar soluciones. Pero para que esto sea posible, es necesario que estén presentes todos los actores involucrados y todas las opiniones representadas. Tal como declarara hace pocos días el arzobispo de Santiago, nosotros también creemos que "en este momento y como siempre, el diálogo es el camino a la solución de los problemas".
Es también responsabilidad de la institución buscar espacios de representatividad en el centro de las políticas públicas que se debaten en torno a las necesidades de sus estudiantes, porque creemos firmemente que desde ahí se pueden generar verdaderos cambios. Esta realidad existe desde diciembre de 2010 para los institutos profesionales y centros de formación técnica a través del Consejo de Institutos Profesionales y Centros de Formación Técnica Acreditados, ente que representa al 82% de todos los alumnos que estudian en ellos.
Las formas descritas demuestran que estamos convencidos que el organizarse para generar espacios de diálogo, sigue siendo la mejor alternativa para salir de un conflicto que no sólo afecta a nuestros estudiantes, sino a todo un país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario